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¿Cómo hacer dinero? ¿Cómo conseguir ventas de verdad?

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¿Cómo hacer dinero? ¿Cómo conseguir ventas de verdad?

Porque al final del día tenemos que vivir, que yo sepa no nos regalan el pan cuando vamos a por él y, en definitiva, somos una empresa y si queremos sobrevivir y prosperar, necesitamos ganar dinero con lo que hacemos.



Me gustaría aquí exponer mi propia experiencia y comentar qué es lo que me ha funcionado y he visto que es efectivo para tener algo propio y que, al final del día, eso nos resulte rentable. Pero para empezar creo que lo más óptimo es comentar lo que NO nos va a hacer ganar dinero con nuestro Marketing y nuestra empresa.
No estoy intentando romper la ilusión a nadie, pero si cuando empecé me hubieran dicho algunas de estas cosas la verdad es que a día de hoy lo hubiera agradecido, porque probablemente me hubiera ahorrado mucho trabajo y frustración.

1.- Hacer  lo que nos gusta
Dedicarnos a lo que nos gusta, sin que haya un mercado lo bastante amplio que compre aquello a lo que nos dedicamos, no es tener una empresa, es tener un hobby. Muchos libros de auto ayuda, o incluso algunos de gestión, repiten la falacia de que basta con dedicarte a algo que te apasione para que el dinero venga “solo”. Suena tan genial que no podemos evitar creerlo, queremos creerlo, pensar que si “seguimos nuestro corazón” el dinero acabará viniendo. Pero esa ecuación no es tan sencilla o al menos no lo dice todo. Omite la parte importante.

Puede que a mí me apasione escalar montañas, viajar por el mundo o entrenar artes marciales, pero mi vecino de arriba, o la señora de enfrente, no van a coger el dinero cada vez más escaso y que les cuesta un mundo ganar, para dármelo a mí y que yo pueda seguir escalando, viajando o entrenando con una sonrisa en el rostro.


2.- Hacer lo mismo que los demás
Si nos vamos a poner a ofrecer algo valioso, pero lo vamos a hacer más o menos como lo hacen los demás, mejor que nos preparemos para una batalla cruenta y colina arriba, vamos a usar toda nuestra sangre, sudor y lágrimas para que, muy probablemente, tengamos que acabar cerrando o sobreviviendo a duras penas. ¿Por qué? Porque en el mundo real es muy posible que, nos dediquemos a lo que nos dediquemos, haya como unas cuantas docenas de competidores, solamente en un par de kilómetros a la redonda.

Aunque esto parece algo lógico y básico, lo cierto es que el 99% de emprendedores acaban cogiendo ese camino. No hace falta más que echar un vistazo alrededor y comprobarlo. Es más, no tengo reparo en reconocer que yo mismo inicié así mi andadura. Cuando empecé como asesor pensaba que podía ser más profesional, más serio y hacerlo igual o mejor de bien que cualquiera, y así me puse, pero poco después era un asesor más que realmente no marcaba ninguna diferencia especial. Si me elegían a mí, o elegían al de al lado, muchos clientes no acababan notando diferencia alguna tras unos meses.

Hacer lo mismo que los demás es incluso más peligroso que hacer algo que no se venda, porque si haces algo que obviamente no se vende, ves enseguida que eso no tiene mucho éxito y acabas cerrando las puertas para dedicarte a otra cosa. Pero cuando haces algo que se vende, pero no eres diferente de los demás, de vez en cuando “cae” algún cliente, tienes algunos ingresos, parece que la cosa puede funcionar, pero realmente pasan años y nunca despega del todo, y acabas atrapado mucho más tiempo en un callejón que al final acaba teniendo tan poca salida como el anterior, porque te matas a trabajar, tienes un montón de días ocupados, pero al final acabas empleando tu tiempo para apenas sobrevivir, esperando que llegue una racha de suerte que nunca toca a la puerta.

3.- Hacer las cosas  mejorando lo que hacen los demás
La solución para lo anterior es “obvia”, hay que diferenciarse, hay que dar algo mejor que los demás para que, una y otra vez, nos elijan a nosotros cuando comparen entre todas las opciones posibles que hay en el mercado. Así que la mayoría piensan en cómo pueden hacer algo mejor que el resto y a eso se ponen.

Por ejemplo yo pensaba que era más serio y profesional que muchos otros asesores que había (no quiero faltar el respeto a nadie, pero muchas asesorías hacen un trabajo francamente poco “fino”), pero mi error era pensar que eso lo iba a apreciar el cliente a la hora de elegirme. ¿Si no había trabajado conmigo, cómo iba a saber que yo era más de fiar que el resto? Además, por mucho que yo lo repitiera, el resto de competidores también iban a decir lo mismo, que ellos son los más fiables, ¿por qué me iba a creer a mí?
Unido a eso hay que decir que la mayoría de clientes nunca investigan a fondo ni hacen un análisis minucioso de las opciones que tienen delante. O eso en lo que te distingues es muy visible o no se van a parar un mes entero a analizar los detalles más pequeños.

Un ejemplo son dos teléfonos móviles donde uno es un poco mejor que el otro. Si a mí me los muestran para elegir es posible que se me pasen por alto esos detalles que los diferencian y, francamente, muchas veces no voy a tener tiempo de examinarlos a fondo, de modo que mi elección va a ser poco menos que aleatoria. Pero si me muestras uno de esos móviles y al lado me pones ese teléfono famoso que todos conocemos y que está a años luz de la mayoría, voy a apreciar de un vistazo cuál es diferente y cuál es más atractivo.

4.- Las “grandes ideas” que nadie ha pensado antes
De nuevo sin ánimo de machacar a nadie, pero como un compañero emprendedor dice: “cuando nadie ha comercializado antes esa idea genial que se te acaba de ocurrir, es por algo”. Y ese algo suele ser que probablemente no funcione. Lo malo de las ideas “geniales” es que, realmente, no tienen valor hasta que no se hacen realidad y que, además, si es tan increíblemente innovadora, es posible que antes de poder venderla, tengas que ir al mercado y crearles una necesidad que no sabían que tenían.

Si deseas saber más puedes verlo aquí http://over-achievement.blogspot.com/

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